PRENDIDA EN LA LUZ

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lunes, 11 de enero de 2016

EL ALMA DE LOS ANIMALES.


EL ALMA DE CLOE
Cloe era una gata bicolor de tonos plateados y blanquecinos.  El pecho y las patitas eran de color blanco con una textura como el algodón. La gatita  tenía una bonita cara con unos ojos de color miel y de mirada traviesa. Su carita gris llamaba la atención  porque se le formaban  unos trazos  blancos justo encima de la boca que simulaban ser unos elegantes  bigotes. Era un felino de porte saleroso, ya que de su cabeza le salían unas puntiagudas orejitas que le hacían parecer un duendecillo.
A Cloe la adopté hace más de seis años y fue como una ayuda terapéutica para la grave enfermedad de mi hija pequeña Luz. Yo había leído en algunos artículos periodísticos que los animales domésticos ayudaban a mejorar el ánimo a los niños enfermos y a los ancianos. En un principio dudé de esta opción a causa de mis  alergias, pero al final, el amor de madre pudo más, y decidí adoptar  a la gatita persa exactamente  el día 9 de octubre del año 2009.
La gata era independiente, extremadamente curiosa, y  bastante obediente, pero observé  que  dosificaba su cariño y sólo lo compartía con quien ella quería. En la casa mantenía siempre un espacio de un metro de distancia con todos porque era muy asustadiza. A mí me encantaba esa actitud de alejamiento, lo sentía como un  reconocimiento hacia el espacio personal de cada uno y tampoco me molestaba con sus maullidos.  En cierto modo ella tenía gran semejanza con mi personalidad felina. Al principio, cuando vino a vivir con nosotras, me molestaba su presencia porque toda mi energía  estaba enfocada en la recuperación de Luz. Después de superar su enfermedad, tras 5 años de sufrimientos y  dolencias, pude prestarle la debida atención a mi mascota. Enseguida comprobé cómo la gatita respondía con la misma reciprocidad, y con gran rapidez la relación se fortaleció.
Cuando llegaba a casa la oía  bajar desde  la buhardilla trotando por la escalera de madera.  Entonces  se plantaba ante mí, me miraba fijamente a la cara  como buscando alguna  señal de aprobación, después me daba  un toquecillo  con la patita delantera y me rendía una pleitesía.
Cada mañana la gata se esperaba al lado de la puerta de mi habitación hasta que me levantase de la cama,  pero  sin hacer ruido, luego  cuando salía de allí, ella me saludaba y se bajaba conmigo a desayunar. Así que a base de pequeños detalles encantadores,  se estableció un poderoso vínculo afectivo que se  incrementaba durante la convivencia diaria.
La gata era muy territorial y no dejaba que ningún animalito rondase por  la  casa. Ella, desde su silla en el comedor, se asomaba por la ventana al jardín y desde su “trono” vigilaba la calle. Cuando Cloe veía que alrededor de la casa, se acercaba algún gato, entonces se transformaba  en una leona y emergía su instinto salvaje. Yo me quedaba muy sorprendida,  pues su carita de mirada dulce sufría  una transformación asombrosa. Lógicamente era un felino y tan sólo defendía su territorio.  Hace unos días observé que por el jardín merodeaba un gato negro con manchas oscuras  y vi que se asomaba por la otra parte de la ventana y éste le plantaba cara. Ante el reto, Cloe se ponía muy ofuscada,  se hinchaba, bufaba y arañaba con mucha saña los cristales de la ventana.

Recuerdo que la trágica tarde cuando llegué a casa,  como siempre,  Cloe seguía asomada a la ventana y estaba esperándome. Nada más entrar,  desde el pasillo,  le advertí que no saliera de casa. Como era muy obediente, pues me relajé y entré algunos  enseres a la cocina. Durante unos instantes me dejé la puerta de la calle abierta.  Al rato observé que la gatita no estaba a mí alrededor. Después de llamarla y buscarla por toda la casa,  pensé que, en algún  descuido, y como era tan rápida, estaría merodeando  por  el jardín. Pero no estaba allí. Entonces decidí  salir a la calle a ver si la encontraba.  ¡Qué ironía! Por casualidad vestía un chándal con diversos motivos gatunos. Me puse a mirar por debajo de los coches, pero  sin atreverme a abrir las tapas de los contenedores, por si estaba dentro.  Estaba  muy concentrada en la búsqueda, cuando  al verme allí, se acercaron dos chicos jóvenes y me preguntaron si estaba buscando un gato. Respondí afirmativamente con lágrimas en los ojos. Los  chicos me  contaron que vieron a dos personas que conducían dos coches  a gran velocidad, observaron a un gato  persiguiendo a otro por la carretera.  Todo pasó en un instante. De repente, el coche negro  pilló a los dos.  El individuo del atropello ni siquiera paró el vehículo y se dio a la fuga. Los jóvenes  acudieron a socorrerlos y sólo vieron a la gata, que tras el golpe, se intentó levantar del suelo. De pronto se cayó desplomada y murió en el acto.  Pobre Cloe, falleció el fatídico domingo 10 de enero de 2016 tras dejarse llevar por su instinto felino.
La pena es increíble después de un trauma tan horrendo ¡No me podía creer que yo sintiese  un cariño  tan  fuerte hacia un animal doméstico! Realmente era como otro miembro de la unidad familiar, aunque dormía en la buhardilla.  
Es evidente que ciertos animales parecen más avanzados en la escala evolutiva  que algunas  personas,  que se suelen  comportar de  manera más animalizada. Sí, los animales tienen alma y están en un grado inferior  de  evolución espiritual que los seres humanos,  ya que mantienen su instinto natural. Obviamente muchos de ellos están más adelantados en la Ley del amor,  porque tienen unos sentimientos más puros y elevados  que algunos “animales racionales” también llamados seres humanos.  Sin lugar a dudas, se podría decir que cualquier perro es capaz de ofrecer a su  dueño un amor incondicional.
El dolor que siento es desgarrador y la vida sigue...  a pesar de que Cloe ya descansa en la tierra  del jardín entre el galán de noche y un rosal. Hoy sé, que sí la gatita se ha ido, era porque su misión en esta Tierra se  había terminado, aunque reconozco que se va en un momento difícil de mi vida... Ahora mismo siento que la casa está muy vacía sin ella. Me dispongo a  hacer el duelo y superar su ausencia,  lo antes posible.
Evidentemente, todos estamos de paso en este mundo. Se trata del ciclo de la vida y la muerte. La gatita  cumplió  perfectamente la misión amorosa que tenía encomendada en el clan familiar. Cloe desarrolló una labor muy digna durante la enfermedad de mi hija  Luz, y un año después se marchó de nuestro lado.  Así que le  agradezco ese tiempo en que  estuvimos juntas como una ofrenda  de amor y  complicidad.
En definitiva,  y como decía San Francisco de Asís: “los animales son como nuestros hermanos pequeños”. Y sí, reitero que  los animales tienen alma. Espero que cuando se me pase el padecimiento por su pérdida, desde las esferas superiores,  me den algún rayo de lucidez que me permita ver, una vez más,  el alma de Cloe asomándose por  la ventana. ¡Que dádiva sería ver su atenta mirada sobre el ir y venir de  los pajaritos del jardín!.
A veces,  cuando estoy en casa y oigo algún ruido, me suena a su típico maullido de aprobación, como diciendo que está ahí a mi lado, esperando algo, o mirándome mientras hago las tareas de la casa.  Los gatos son muy curiosos y cuando se aburren, se entretienen en prestar atención a todo lo que hacemos los humanos.

En la fatídica noche, no pude conciliar el sueño  y pensé que no había tenido ningún tipo de premonición relacionada con su muerte. Era un hecho  normal que soñase  o tuviese  algún presentimiento sobre  los próximos fallecimientos de mis familiares. Entonces recordé un detalle, en apariencia sin importancia y que me sucedió unas tres semanas antes. El  día de Navidad durante la comida con mi familia, sucedió un hecho al menos curioso. Después de tomarme el café y tras el último sorbo, dejé la tacita  en la mesa.  Hice este movimiento con una mirada distraída, y con sorpresa apareció una imagen en los posos del café. Cogí la taza y en una pared se veía claramente la figura de un gato de espaldas, que estaba como mirando por una ventana. En el otro lado de la taza se veían dos pájaros unidos por los picos. Cuando vi la figura del gato se lo mostré a mi acompañante  que me dijo: sin lugar a dudas es un gato, está claramente dibujado. Entonces alegremente le comenté que sería una señal sobre Cloe,  puesto que ella estaba muy presente en mi vida y que  le tenía mucho  cariño.
Esa misma velada, pensé que, tal vez, el perfil del gato era una advertencia para que le prestase la debida atención. Ahora opino que no fue una simple casualidad y dicha  imagen simbolizaba una  predicción para prepararme ante el inminente fallecimiento. 
A raíz de aquello, sentí la imperiosa necesidad de grabarle un vídeo  mientras ella bebía agua del grifo, y además le hice muchas fotos. Pensé que sería un buen recuerdo para el futuro y cuando la gatita ya no estuviese conmigo.  Aunque suponía que su marcha se  produciría tras unos cuantos años más de convivencia.
En estos días he estado meditando sobre el sufrimiento emocional, y  he llegado a la conclusión de que en el fondo todo aquello que intuimos (imágenes, señales, ideas, o pensamientos) es porque nuestra alma ya lo sabe con anterioridad. La intuición es esa idea repentina que surge en la mente y que viene  acompañada de una sensación de certeza,  pero que carece de  toda lógica y razonamiento.  
Seguidamente recordé una escena de  mí misma buscando a Cloe, me pregunté si era algo  que ya había vivido con anterioridad, o  quizá se trataba de  un “déjà vu”,  si sería un recuerdo de un día que se extravió, o si fue algún tipo de  presentimiento... La visión me situaba en el sitio exacto de  la calle donde ella murió, desde allí la  llamé y busqué.  Me dirigí  hacia los contenedores, y no me atreví a levantar las tapas,  por si estaba allí. Exactamente tal y como sucedió aquella tarde. Pero como soy muy racional, apenas  hice caso a esta idea, porque pensé que se trataba del típico miedo a perderla. Seguramente, en algún rincón de mi alma,  yo ya conocía el preciso  lugar donde fallecería  la minina.  
En realidad sabemos mucho más de lo que creemos conscientemente,  y lo bueno es que gozamos de libre albedrío, ya que hay  libertad de  elección para aceptar o ignorar estos pensamientos intuitivos. Ciertamente, estas súbitas iluminaciones son de gran utilidad, ya que nos avisan de la llegada de algún suceso inminente o traumático. Además, es necesario aprender a distinguir las verdaderas intuiciones de los  miedos personales.
A pesar del profundo dolor que siento ahora mismo, sé que es algo transitorio. Sé que  con el paso del tiempo esta pena se irá disipando, y al final desaparecerá. Lo cierto es que, sin prisas, la esperaré en su avance evolutivo y  a lo mejor coincidiremos en alguna vida posterior. Espero el día del encuentro, el instante en que se reconozcan nuestras  almas y comprobar cómo  su esencia animalizada  progresó,  favorablemente, en la escala espiritual hasta poder ser el alma de un humano.

Por último, voy a narrar una breve anécdota que me sucedió el día anterior al siniestro y que tiene que ver con los relevantes mensajes del Universo.  Era un día antes de que muriese Cloe. Sonó el timbre de la casa y  tuve una visita sorpresa de mi hija mayor Violeta. Entonces comentó que le venía de paso pasar por allí, puesto que vivía en una población muy alejada de la capital. Seguidamente, le ofrecí una infusión de manzanilla  y yo me tomé un té de frutos rojos. Al rato, cuando se marchó de mi casa, me dispuse a fregar las tazas. Tras cogerlas, con sorpresa  vi que se había creado una caprichosa figura en el fondo de la mía. Se trataba del perfil de un  feto, la imagen tenía la cara y los bracitos muy definidos y estaban coloreados en tonos rojizos, y justo al lado de los  piececitos se había formado un corazón rosado. Le hice una foto desde mi móvil y se la mandé a Violeta que “casualmente” está embarazada de unos 4 meses. Con alegría comentamos que  era un  bello mensaje de amor  relativo al  principio de la vida.

¡Qué tranquilidad se siente al comprobar que  el ciclo de la  vida continúa a través del espacio infinito, aún más allá de la muerte! Simultáneamente,  si prestamos la debida atención, el Universo se vale de cualquier manera  para  enviarnos una señal y  para que veamos el camino a seguir… En estos dos últimos sucesos la señal se mostró mediante unas figuras en las tazas. En verdad,  ¡tan  sólo hay que estar receptivos a los avisos que el Cielo nos envíe! Desde aquí doy las gracias a los mensajeros espirituales por el aporte de las intuiciones que tanto nos apoyan y sostienen durante las difíciles pruebas existenciales.  

Texto de Amparo Ga

3 comentarios:

  1. Tuve la oportunidad de conocer a esa gata, y realmente era especial. No creo que jamás vuelva a poder pelar a un gato que no trate de arañarme o morderme, que sea tan incapaz de hacer daño. Y la recuerdo también en la silla mirando por la ventana, muy delgada, sin quejarse a pesar de que estaba muriéndose por dentro. Yo no lo podía saber, y ella no lo dejaba ver. Afortunadamente se recuperó y falleció tiempo después de manera rápida y sin dolores, se lo merecía. (No soy muy de animales pero éste me tocó alguna fibra. Va por ella.)

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    1. Te agradezco ese comentario tan sentido sobre Cloe. Este relato es un pequeño homenaje a la amorosa labor que realizan los animales domésticos, ya que ellos se sienten como un miembro más del clan familiar. Un abrazo y cuidemos a los animales porque se lo merecen.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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